Local propio, talleres y libros: la vida de los manteros de Barcelona más allá de las aceras
eldiario.es
Las paredes
todavía huelen a pintura. Sobre uno de los muros desnudos empieza a
dibujarse una silueta en negro. Se trata del cayuco que conforma el
logotipo de 'Top
Manta', la marca de camisetas y bolsas que los vendedores
ambulantes de Barcelona pusieron en marcha hace dos meses. "¡Nos
harán falta muchas más! Estamos sorprendidos", sostiene uno de
los portavoces del colectivo, Aziz Faye. Hasta ahora han vendido las
prendas –muchas– en fiestas de barrio. Ahora también lo podrán
hacer en su local.
En el corazón del
Raval, los manteros trabajan día y noche –así como varias
personas cercanas a los vendedores– para acondicionar un espacio
que tiene que ser sede de las próximas acciones que el colectivo
plantea fuera de la manta. A la cabeza de dichas acciones, la firma
'Top manta', que –según apunta el colectivo– requerirá de "una
campaña de micromecenazgo para financiar el siguiente gran paso":
zapatillas. "Los costes son más elevados y no queremos acabar
vendiendo algo caro, nuestros productos no son para élites",
dice Faye.
No será la única
finalidad que el colectivo le dará a su cooperativa ( creada hace un
año y ajena a la impulsada por el Ayuntamiento de Barcelona), que
durante el invierno también pondrá en marcha una editorial (cuentos
populares de memoria oral senegalesa), además de talleres por
escuelas hablando de racismo y cultura africana. "Queremos
ahondar en nuestras raíces: explicar de dónde venimos y dejar parte
de nosotros en Barcelona, que ahora también es nuestra casa".
"Todas estas
acciones darán más autonomía al colectivo", sostiene el
Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes. Hasta el momento, las
ventas de camisetas y bolsas de tela han permitido al colectivo
seguir ampliando su "caja de resistencia" –destinada al
pago de abogados y demás gastos relacionados con su actividad en la
calle– y también para abonar "pequeñas cantidades" a
los manteros que se hacen cargo de las paradas en las fiestas de
barrio donde se venden los textiles.
El verano ha sido
menos turbulento, según reconoce el propio colectivo, pero también
menos provechoso económicamente. "La expulsión de la calle ha
sido prácticamente total, y menos ventas significa más precariedad
para nuestra gente", atiende Faye. Durante el julio y agosto,
los vendedores se han visto obligados a salir solamente a partir de
las nueve de la noche por la fuerte presencia policial.
Los manteros no
están solos en su nueva aventura. El local será un proyecto
compartido con la editorial Veus amb Veu; los libreros y los manteros
alcanzaron un acuerdo hace unos días para compartir gastos y
espacio, después que la librería estuviese a punto de cerrar a
inicios de este año. De ahora en adelante, en la sede de los
manteros de Barcelona se harán charlas, serigrafía... Y se darán
bienvenidas.
El local de los vendedores dispone de dos salas. En una primera tres manteros preparan una cena que servirán en las fiestas del Poblenou de este viernes (las cenas son otra de las acciones que permiten engordar la caja de resistencia), al fondo, otro más acaba de pintar una de las paredes. La sala, con los techos altos, tiene un eco aterrador. No estará vacía por mucho tiempo. "Aquí pondremos las mantas colgadas... Las de los vendedores que se retiren de la calle gracias a todos estos proyectos".
Comentarios
Publicar un comentario