Ecuador decide si entierra el legado de Rafael Correa
Lenín Moreno, a la derecha, asume el cargo de presidente de Ecuador el pasado mayo junto a su antecesor, Rafael Correa. D. Ochoa
elpais.com
Los ecuatorianos deciden este domingo en
referéndum qué hacer con el legado de Rafael Correa, que gobernó
el país durante diez años con un estilo explosivo tratando de
impulsar un modelo de gestión bautizado como socialismo del siglo
XXI.
La consulta, promovida por el actual presidente,
Lenín Moreno, supone un pulso decisivo con quien fuera su antiguo
aliado y, a tenor de las encuestas, puede marcar el fin de una etapa.
La votación, con siete preguntas independientes entre sí, incluye
la eliminación de la reelección indefinida, una modificación
constitucional introducida por la Asamblea Nacional en 2015 que le
permitiría volver a presentarse a las próximas elecciones.
La fotografía del panorama político de Ecuador
ha cambiado radicalmente en menos de un año. En febrero de 2017, en
vísperas de los comicios presidenciales, en la instantánea aparecía
Correa arropando la candidatura de Moreno, que había sido su
vicepresidente entre 2007 y 2013. El Movimiento Alianza País ganó
de nuevo, en segunda vuelta, a sus opositores. Pero con el comienzo
del mandato, en mayo, las diferencias entre los dos dirigentes se
convirtieron en grietas y finalmente derivaron en una fractura
insanable.
Las hipótesis que formulaba el ex presidente
antes de dejar el cargo se han vuelto una realidad, aunque en el
contexto opuesto. “Si gana la oposición, probablemente tendré que
regresar más pronto y estar en el momento histórico que se
requiere”, manifestó en un encuentro con periodistas extranjeros
durante la campaña contra el conservador Guillermo Lasso. Correa se
fue a vivir a Bélgica, el país de origen de su esposa, y finalmente
regresó para frenar lo que considera una traición de su sucesor. Se
volcó personalmente en contra de este referéndum, lleva un mes
recorriendo el país pidiendo el voto por el no, se desvinculó de
Alianza País y llegó a decir que la “consulta es un golpe de
Estado blando”.
En medio, quedan varios cruces de acusaciones y
la caída, por su implicación en el escándalo de corrupción de la
constructora brasileña Odebrecht, del vicepresidente Jorge Glas.
Este, hombre de confianza de Correa, fue condenado en diciembre
a seis años por un delito de asociación ilícita. Así las cosas,
el ex mandatario, cuya popularidad alcanzó cotas muy altas, se
enfrenta ahora a una fase de incertidumbre. En las últimas semanas,
le han lanzado huevos, abucheado y ha sido víctima de intentos de
agresiones que él considera orquestadas.
Al mismo tiempo, la aceptación de Moreno se ha
consolidado y, según las principales encuestas, ganará la consulta
popular con una holgada mayoría, que hasta podría rondar el 80% en
alguna pregunta. En cualquier caso, el trasfondo de la votación, a
la que están llamados unos 13 millones de ecuatorianos, tiene que
ver sobre todo con el poder.
Aunque las líneas maestras del proyecto
económico del actual Gobierno no difieren de la etapa anterior, el
estilo es distinto.
La percepción de polarización social ha
remitido y, en definitiva, el presidente quiere seguir su criterio,
desvinculándose del pasado. “He manifestado siempre que no estoy
de acuerdo con las reelecciones”, explicó a EL PAÍS en una
reciente entrevista. “A veces ni siquiera una sola. Una reelección
indefinida ya se convierte en una dictadura disfrazada de democracia.
El círculo del mandatario le crea un halo de que él está
predestinado, que es casi un enviado de Dios”.
Esta es la segunda pregunta de la consulta, que
plantea también endurecer la lucha contra la corrupción y
reestructurar el Consejo de Participación Ciudadana, introducido en
la Constitución de 2008 para regular la transparencia y control
social de la vida pública. El 3 de diciembre de 2015, la Asamblea
Nacional aprobó la reelección indefinida de los cargos públicos, a
través de una enmienda a la Ley Fundamental, siguiendo la estela de
lo que hicieron Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia
–gracias a un fallo del Tribunal Constitucional, a pesar del
resultado del referéndum de 2016- y Daniel Ortega en Nicaragua. La
clave del regreso de Correa sería precisamente esa. Después
gobernar entre 2007 y 2017, el ex mandatario ha sugerido que podría
volver a concurrir en 2021, atribuyendo esa decisión a que ve
amenazada su herencia.
Moreno participó en dos Ejecutivos de Correa y,
por tanto, es copartícipe de su gestión. No obstante, asegura que
el impulsor de la "revolución ciudadana" cambió después
de los primeros años. “Yo conocí a otro Rafael Correa, que estaba
muy deseoso de transformar el Ecuador. Así lo hicimos en la primera
etapa, pero luego ese deseo de perpetrarse en el poder hace que se
piense más en las próximas elecciones que en el futuro del país”.
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