Mujeres migrantes denuncian en un informe la "violencia racista, laboral e institucional" que viven en España
eldiario.es
Durante los meses que Carolina Elías trabajó como empleada doméstica en
una casa del barrio de Salamanca, su jefa solo le dio la mano una vez, cuando
la conoció. "¿Hay de eso en tu tierra?", le han preguntado en más de
una ocasión señalando una lavadora o unas escaleras mecánicas. Como a muchas,
también le han gritado "Sudaca, vete a tu país" en plena calle.
"Este menosprecio lo vivimos constantemente", comenta Elías
en una conversación con eldiario.es. Esta abogada salvadoreña llegó a Madrid en
2009 para estudiar un máster y preside la asociación Servicio Doméstico Activo.
Es una de las 61 mujeres residentes en Madrid que han contado su experiencia
para el diagnóstico Mujeres migrantes
como sujetos políticos. Creando estrategias frente a las violencias, presentado
este jueves.
El texto, elaborado por tres expertas migrantes de la Associació per la
Igualtat i la Recerca y coordinado por Alianza por la Solidaridad (ApS),
detalla las "múltiples violencias" en ámbitos desde el laboral al
"institucional", a las que están expuestas por ser mujeres,
racializadas y migrantes.
Entre ellas, enumeran, las
dificultades para conseguir trabajo, la precariedad y la
"explotación" laboral, "prácticas racistas sutiles y
cotidianas" en la oficina de extranjería o los servicios públicos, los
problemas para encontrar una vivienda,
"el acoso y el abuso sexual" en el trabajo o la puesta en duda
de sus capacidades y sus conocimientos.
"Cuando se habla de violencia contra las mujeres migrantes se
piensa en matrimonio forzado, trata, mutilación genital o violencia en la
pareja, pero el abanico es enorme", señala Úrsula Santa Cruz, coordinadora
del equipo que firma el informe. "Ellas consideran violencia todas las
situaciones de poder, la mirada racista que las estigmatiza y las considera del
'tercer mundo'. Los 'Ah, ¿dónde has estudiado?' o sorprenderse al verlas en la
biblioteca", indica esta psicóloga peruana, y enfatiza que no solo es una
cuestión machismo, sino también de racismo y clasismo.
De los abusos en el trabajo al
estrés por los papeles
El servicio doméstico es el sector en el que más trabajan las mujeres
extranjeras, un 40%, según la OIM. Son varios los casos de abusos y acoso a
estas trabajadoras que Elías ha escuchado desde su asociación. ¿Los más
comunes? "Tocamientos, golpetazos en el culo cuando pasan por su lado...
Hay compañeras que estaban limpiando y se les ha aparecido el jefe totalmente
desnudo y les ha dicho que subieran a la habitación", ejemplifica.
"Eso las que se atreven a contarlo. ¿Porque, a quién van a creer,
al jefe, o a la trabajadora migrante? Muchas no confían en el sistema y no
denuncian por vergüenza, por miedo al despedido o a que les abran un expediente
de expulsión si no tienen papeles", puntualiza.
Así, su situación administrativa las expone muchas veces a estos abusos
y restringe, dicen, su derecho a la justicia. "Te voy a hacer los papeles,
pero quiero que te quedes más horas a trabajar. Te estoy haciendo un
favor", nos han dicho más de una vez", recalca Elías. El paro de
larga duración y las extensas jornadas laborales, que limitan, por ejemplo, su
tiempo para ellas mismas o para ejercer el activismo son otros aspectos
denunciados.
También es frecuente, dicen, "la angustia constante a ser
detenidas y deportadas" o a ser encerradas en un CIE. "A estas
mujeres les atraviesa la Ley de Extranjería y esto les condiciona al ser
tratadas y sus derechos", explica Santa Cruz. Señalan, además, los
controles policiales racistas. "Desde que llevo velo, la policía me ha
parado dos veces para pedirme el NIE tras atentados terroristas dándome
discursos que no venían a cuento", recuerda Ibtissam Abderrahim, activista
de ApS y traductora marroquí que lleva en España desde los 16 años.
A esto se le suma el problema a la hora de acceder a una vivienda, algo
que han sufrido todas las entrevistadas y que también condiciona otros
derechos, como vivir con su familia a través del mecanismo de la reagrupación.
Se han encontrado con familias desahuciadas, "prácticas racistas y
arbitrarias por parte de propietarios e inmobiliarias" o gente que vive en
condiciones precarias.
Mencionan la exclusión sanitaria y el "miedo o rechazo a los
centros de salud", falta de información sobre sus derechos y prejuicios
por parte de profesionales públicos. También, el retiro de la custodia de sus
hijos "determinando que no están capacitadas para criarlos y
educarlos". "Está causado por las condiciones en que viven, como las
laborales y de vivienda, que son estructurales y no se tienen en cuenta. El
derecho a vivir en familia, para quien puede hacerlo, atraviesa todo",
sostiene Santa Cruz.
"El racismo no es solo una cuestión de actitudes, es estructural,
está en todas partes e impregna las políticas migratorias: si no, no haría tan
difícil la vida de estas personas", prosigue. Por otro lado, todas estas
situaciones provocan que muchas mujeres sufran estrés y "ponen a prueba
constantemente" su autoestima y su salud.
Desmontar la imagen victimista
A pesar de que las mujeres reconocen, recalcan las autoras, "su
vulnerabilidad", también destacan
su papel activo como protagonistas de una lucha cotidiana y anónima contra
estas dificultades. El informe, financiado por el Ayuntamiento de Madrid,
muestra sus estrategias para hacerles frente a través de redes y asociaciones
como la que preside Elías. El objetivo: desmontar la imagen "victimista,
homogénea y pasiva" que, dicen, a menudo se da de ellas.
"Luchamos contra esa imagen y resistimos. Tenemos la capacidad de
seguir adelante por nosotras, por nuestros hijos y familias. Yo no soy una
víctima, se me coloca ahí por mi condición. Pero pasar por un proceso
migratorio demuestra que somos mujeres fuertes y valientes", explica
Elías.
Asimismo, tratan de desterrar la idea de que siempre son
"traídas" o "reagrupadas". Muchas migran por sus propios
proyectos, no solo por motivos económicos y buscar oportunidades, sino por
estudios o para vivir su sexualidad como desean. Aseguran estar hartas de que
hablen por ellas. "Las musulmanas con velo somos vistas como sumisas,
cuando no es real. Aquí quien habla soy yo y no como víctima, sino como mujer
que participa y quiero que mi voz se oiga", dice Abderrahim.
El documento recoge un listado con sus demandas y propuestas –flexibilizar la Ley de Extranjería, promover
condiciones laborales dignas o el acceso universal a la salud son algunas de
ellas – y dará paso a talleres donde las participantes debatirán y tomarán
decisiones sobre cómo llevarlas a las administraciones.
"Con o sin papeles yo tengo derechos, es nuestro lema",
explica Elías. "Somos una red de apoyo. Cuando se atreven a reclamar y
tratan de intimidarlas, ellas responden 'mi abogada me dice esto'. Y saben que
no están solas y que nos vamos a apoyar, juntas. Tenemos un grupo de WhatsApp y
por las mañanas se saludan, '¿Qué tal, familia?'. Este apoyo es
fundamental", sentencia.
Comentarios
Publicar un comentario