Guillermo Lasso, el banquero "puso a temblar y dejo temblando al correismo"
Tengo la impresión
de que ni Guillermo Lasso ni todas las oposiciones –en plural–
que se juntaron alrededor de su candidatura están conscientes de lo
alcanzado en la segunda vuelta electoral. Por supuesto que la
aspiración era ganar, poner fin a la revolución ciudadana y al
correísmo, pero el avance opositor fue notable. Lenín Moreno había
pronosticado un triunfo sobre el banquero –como despectivamente se
refería a su rival– con dos millones de votos en la segunda vuelta
electoral, y apenas se impuso –según los conteos oficiales– por
226 mil. Los apoyos a Lasso crecieron 2,18 millones de votos,
mientras los de Moreno 1,34 millones.
Lasso triunfó en
13 provincias y alcanzó victorias notabilísimas en las principales
capitales provinciales del país. Mostró, como ya se había visto en
las elecciones locales del 2014, las fragilidades territoriales del
movimiento de Gobierno. Lo hizo a pesar de tener todo el aparato
gubernamental en su contra, la manipulación impúdica de los medios
públicos, el abuso de los recursos estatales en la campaña
oficialista y de la campaña sucia. Lasso mostró el miedo de Moreno
para debatir con él, el terror que le tiene al espacio público.
Desnudó la pobreza del nuevo liderazgo de Alianza PAIS, los abismos
de calidad política que separan a él del relevo de Correa.
Lasso logró que
amplios sectores de la izquierda, algo antes impensable tratándose
de un exbanquero, se pronunciaran abiertamente a favor suyo en la
segunda vuelta. Allí quedan como testimonio los pronunciamientos de
escritores, pintores e intelectuales. Lasso mostró tolerancia,
apertura, capacidad de diálogo. Contestó todas las preguntas duras
que le hicieron en múltiples entrevistas sin molestarse ni
incomodarse, aplomado, con argumentos. Le infligió una herida
profunda a la revolución ciudadana al mostrar que la democracia
puede estar del lado de la derecha y no de la izquierda como cree el
sentido común de la política. Se mostró infinitamente más
democrático y abierto que el correísmo. Mostró que puede haber una
política pluralista, liberal, abierta, que oye otros argumentos, que
debate con ellos seriamente y no los descalifica. Su pluralismo
contrastó con el enclaustramiento de Lenín Moreno.
Su contribución a
la democracia fue abrir el espacio político y visibilizar la
presencia de 5 millones de ecuatorianos que aspiran a un país con un
manejo político radicalmente distinto. Lasso definió con su lucha
un nuevo escenario para el Ecuador después del larguísimo dominio
de Alianza PAIS. Tuvo la valentía de enfrentarse a un poder
autoritario, abusivo, prepotente, represivo, turbio. Quizá,
efectivamente, fue derrotado por muy poco, pero desnudó con mucha
altura las limitaciones del movimiento de Gobierno. “El banquero
les puso a temblar y los ha dejado temblando”.
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