PROCESIÓN DEL CRISTO DEL CONSUELO DE GUAYAQUIL
La brisa del estero Salado acariciaba a la
multitud que seguía la procesión del Cristo del Consuelo sobre el
puente de la calle A, en un recorrido histórico. En medio de
cánticos y rezos la feligresía deliraba, quería estar lo más
cerca posible de la imagen, pero la Policía lo evitaba formando con
sus hombres un cerco de hasta cuatro hileras.
El viento salino aplacaba este viernes el calor
extenuante de la romería de Viernes Santo, cuando se cumplía una
hora y 10 minutos de la peregrinación que había salido, a las
07:20, de Lizardo García y la A con destino al sector del Cisne 2.
En el puente la feligresía –movida por su
fervor– se abalanzó a los policías, saltando las barandas que
dividen los carriles opuestos y empujándose.
Por primera vez el estuario era testigo de esa fe
desbordante de los guayaquileños, que caminaron junto al Cristo del
Consuelo por quincuagésima séptima ocasión con motivo de la Semana
Santa o Mayor.
Alfredo Macías, de 38 años, iba descalzo. El
tumulto que desde Lizardo García hasta la calle 12 fue contenido por
la policía por ratos lo asfixiaba, pero él no claudicó en su
devoción.
Ese, contó, fue un sacrificio dedicado a Dios
para que le conceda salud a su esposa, Paola Arboleda, con quien ha
procreado un hijo, de 11 años.
Aracely Castro, empapada y protegiendo con su
mano las velas encendidas, avanzaba en oración. Por décimo año
consecutivo pidió por la salud de su ahijado Jean Carlos, de 16
años. A los seis, el ahora adolescente padeció de cáncer en la
mandíbula. Se lo encomendó al Cristo del Consuelo un Viernes Santo
y él le concedió el milagro.
Lo sanó, pero sigue poniéndolo en sus manos
para que no recaiga. También oró por su familia, por la humanidad y
el destino político del país.
Algunos, como Julio Arias, peregrinaban con los
ojos cerrados, dejándose llevar por la dirección del tumulto. Él,
abrazando la figura de Jesús crucificado, agradecía por haber
nacido de nuevo hace seis años.
“Viví 39 años de una forma desordenada, en el
alcohol y las drogas. Lo perdí todo, mi familia, mi negocio. Pero un
día Dios me iluminó y lo conocí. Él me cambió, nací de nuevo
con su perdón”, expresó el hombre, siguiendo su marcha con fe,
pidiendo el perdón de sus hijos por su ausencia.
El fervor de familias enteras se expresó hasta
el final. Luego de 2 horas y 20 minutos de caminata, hasta la
explanada del Cisne 2, los rostros de los feligreses reflejaban
satisfacción. Y los aplausos empezaron.
Eran las 09:40. Miles aplaudían y gritaban “¡que
viva el Cristo del Consuelo!” en su paso hasta los pies de la
escultura ícono de la fe de los guayaquileños. Ahí, monseñor Luis
Cabrera hizo un recuento bíblico de la muerte de Jesús.
Pidió a la feligresía que pusieran sus
necesidades ante Dios con fe e hizo un llamado para que sean
misioneros del consuelo para consolar a las personas afligidas.
“Cuando nos sintamos decepcionados de la vida elevemos nuestra
mirada dirigida al Cristo del Consuelo, para recobrar la paz, la
alegría, la esperanza, los tres favores que el Señor nos da”,
exclamó.
La alegría continuó con cánticos y alabanzas
al Señor, mientras avanzaban en fila para acercarse a la figura
religiosa que el sábado regresará al santuario del Cristo del
Consuelo desde la capilla de la Virgen del Soto, en la D y Guerrero
Martínez.
Felices por nuevo recorrido
“Venga y refrésquese con un jugo de naranja o
cómase una ensalada de frutas, más allá hay empanadas”, es lo
que voceaba a cada rato Margarita García, de 53 años. Ella vive en
una casa de caña, al filo del estero Salado y frente al monumento
gigante del Cristo del Consuelo, del sector del Cisne 2. Junto a su
familia aprovechó el nuevo recorrido de la procesión de esta imagen
para instalar mesas de plástico detrás de la baranda, con el fin de
ofrecer sus productos alimenticios.
Así como ella, decenas de moradores de este
sector, junto a sus familias, dijeron estar felices por la nueva
ruta, pues no solo les da la oportunidad de tener un ingreso
económico sino también les permite observar cómo es la fe de los
feligreses guayaquileños.
“Esto es una bendición, nos está ayudando
muchísimo. Yo tengo a mi hijo sin trabajar y por eso toda la familia
está ayudando. Mi nuera hizo ensalada de frutas, mi hijo jugo de
naranja, la vecina corviches”, contó García, quien además
alquiló baños y ducha para las personas que se amanecieron en la
vigilia del Viernes Santo.
A pocos metros del puesto de ella estuvo Cecilia
España, de 43 años, quien ofreció pescado frito con arroz,
ensalada y patacones. Ella también reside en este sector y por
primera vez realizó esta actividad.
España comentó que invirtió 69 dólares y
antes de que pasara la imagen del Cristo ya tenía pocos pescados por
vender, “venderé lo que Dios disponga”, aseguró la
mujer junto a sus dos hijas que la ayudaron a atender a los
feligreses.
Otras personas de sectores aledaños también
acudieron e instalaron sus puestos por donde pasó la imagen, uno de ellos fue Eduardo Boboy, de 57 años,
quien dijo que este nuevo recorrido no solo trae ventas, sino también
se da a conocer este sector. (I)
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