Lágrimas y abrazos en el desembarco del ‘Aquarius’: “Goodbye, my friend”

elpais.com
Reward, un nigeriano alto y delgado, es el último en desembarcar del Aquarius, el barco que hace ocho días recogió a 630 migrantes frente a las costas de Libia. "Gracias, gracias, muchas gracias", dice un lloroso J. al despedirse de los enfermeros que le han cuidado y de los rescatadores que le han salvado la vida. Por fin han pisado tierra firme en Valencia, invitados por el nuevo Gobierno socialista. "Confío en España", ha escrito en inglés Mok en su camiseta, en agradecimiento al país que recibe al grupo al que Italia rechazó. En el mismo lugar de cubierta donde hace ocho días los recibieron de noche empapados en agua y gasolina con un ¡bienvenidos!, los miembros de MSF y SOS Mediterrané los han despedido este domingo. Uno por uno. Por sus nombres y con un abrazo, ante la atenta mirada de guardias civiles y médicos españoles, ataviados con monos blancos, mascarillas y guantes. 144 de las 317 personas atendidas han sido trasladadas a hospitales.
Los barcos de Salvamento Marítimo, la Guardia Civil, la lancha de la ONG Proactiva Open Arms, que también salva vidas en el Mediterráneo, eran una avanzadilla del gran despliegue en los muelles para recibir a Progress, a Ibrahim, a Moses, a Mok, a Nana, a Reward, a Jessica, a Jack….
Acababa de amanecer en Valencia cuando el primer barco de la flotilla del Aquarius, el Dattilo, de la Marina de Italia, asomaba su proa por la bocana del puerto. Esperándolo ya había un contingente de 2.300 personas, entre voluntarios, traductores, médicos y policías y más de un centenar de periodistas, en pie desde las cuatro de la madrugada. El Dattilo ha atracó sobre las 6.50 ante la expectación generalizada. Los médicos de Sanidad Exterior, equipados con monos blancos, guantes azules y mascarillas, han sido los primeros en entrar para comprobar el estado de salud del pasaje y la existencia de enfermedades infecciosas. Tomaban la temperatura con termómetros infrarrojos. A varios pasajeros les han puesto mascarillas. La Cruz Roja coordinaba todo el operativo de recepción con traductores y personal de apoyo tranquilizando a los recién llegados.
La salida de los 274 migrantes del primer buque, uno de los dos aportados por Italia para que el grupo pudiera arribar a España y donde viajaban cerca de 60 menores no acompañados, fue más lenta de lo que se pensó. El número de heridos leves era mayor de lo esperado, presentaban quemaduras por la mezcla del gasoil y el agua de mar y cinco de ellos tuvieron que desembarcar en silla de ruedas, según ha detallado el subdirector de Emergencias de la Generalitat de Valencia, Jorge Suárez. "Están muy aturdidos. Ellos desembarcan y lo primero que ven son personas que van con mascarillas, cascos de protección y luego entran en una especia de gincana", ha explicado Suárez. Los migrantes zarparon en patera desde Libia entre el viernes 8 y el sábado 9. Desde entonces han estado en alta mar, primero en riesgo mortal, luego sumidos en la incertidumbre a la espera en alta mar a que las autoridades italianas les dieran un puerto seguro y luego en una travesía que ha durado cuatro días incluidos varios de mala mal para llegar a un país que ninguno tenía en mente. Ellos daban por supuesto que, de sobrevivir, irían a Italia.
Ninguno de ellos ha podido comunicarse por teléfono con sus allegados desde el rescate porque no tienen teléfono o no lo tienen cargado. La llegada a puerto ha estado marcada por los selfies en cubierta.
Los que viajaron a bordo de los navíos de la Marina italiana no estaban acompañados de personal de las ONG, que no pisan barcos militares. El estado de shock en el que parecían estar algunos de los migrantes retrasó el proceso de reseña policial y entrevistas personales, ha puntualizado el portavoz. La única mujer embarazada del primer pasaje fue trasladada al hospital. Desde el muelle 1, a unos 200 metros del lugar del desembarco, podía verse a los pequeños recorrer la escalerilla con una pequeña mochila roja a la espalda. Son las mochilas que la noche del rescate recibió cada uno con un botellín de agua, galletas energéticas, una manta, un pantalón de chándal, una camiseta, calcetines, una toallita y las mujeres una chaqueta de chándal. Los que han viajado en el Aquarius han recibido estos días cepillo de dientes, pasta, calcetines limpios; y ellas, también bragas.
Tras el primer reconocimiento médico, los migrantes han pasado a las carpas donde un contingente de 356 policías y funcionarios les esperaba para identificarles, tomarles huellas y fotografías. "Hasta ahora ninguno traía documentos", ha informado el inspector jefe de la Comisaría General de Extranjería y Fronteras, Bernardo Alonso. Alonso también ha despejado, por fin, las dudas sobre el estatus que recibirán los recién llegados: una autorización de estancia de 45 días por motivos humanitarios. Además de esa autorización de residencia, se ha entregado a los pasajeros una presolicitud de protección internacional, con fecha y hora, para una cita en la que formalizar un pedido de refugio. Entre los documentos hay un tercer papel en el que, al firmarlo, se manifiesta su voluntad de ir a Francia.
Así se lo ha explicado a los pasajeros del Aquarius Selin Cakar, la encargada de asuntos humanitarios de MSF a bordo. "Os voy a dar una información importante. Sentaos todos. Cuando bajéis os van a dar tres formularios para rellenar: uno para solicitar una estancia de 45 días en España, otro para pedir asilo en España, y otro para pedir asilo en Francia. Y siempre podéis pedir un traductor", les ha explicado en inglés. Sendos compañeros lo han traducido al árabe y al francés. Chamsouidine Ali, uno de los migrantes de Comores, miraba desconcertado. Solo habla su lengua.
Este tercer escrito es una novedad en el operativo, después de que Francia se ofreciese este sábado a trasladar a su territorio a los migrantes que quieran establecerse allí. Abogados del turno de oficio, presentes en el operativo, han informado a este periódico que todos están firmando los dos primeros documentos, mientras que los más interesados en la oferta de Francia son los argelinos y marroquíes, dos nacionalidades a las que España expulsa de su territorio con rapidez gracias a los acuerdos bilaterales en materia de inmigración. En los tres barcos viajaban 43 argelinos y 11 marroquíes que recibieron la noticia de que se dirigían a España con preocupación.
El Aquarius tardó cuatro horas en aparecer por el horizonte. Ha llegado al muelle minutos antes de las 11.00, dos horas más tarde de lo previsto. A bordo viajaban 58 mujeres y 48 hombres que celebraban su proximidad de la costa. "Estoy contento, nos van a cuidar. Nuestra vida no es fácil", decía Ibrahim cuando el barco aún estaba acercándose al puerto. Los miembros de MSF que aguardaban en el muelle, han comenzado a aplaudir emocionados a sus compañeros. Antes de atracar ya había a bordo varios médicos y guardias civiles. Algunos de los agentes estaban armados, pero se han mantenido más alejados del pasaje. A las 12.24, ha comenzado el desembarco. Los primeros en salir han sido dos hombres jóvenes, que lloraban y abrazaban a los médicos y rescatadores que les salvaron de una muerte casi segura en el Mediterráneo hace ya ocho días. "Good bye, my friend [adiós, amigo]", se despedía de ellos la enfermera irlandesa Aoife. "Au revoir, mon amie", decía con un abrazo un rescatador, Ludo.
El tercer y último barco, el Orione, de la Marina Italiana, está ya atracado con sus pasajeros sentados en la proa rodeando un helicóptero. Pasadas las 13.00, 44 hombres ya partían hacia el centro que les acogerá durante la primera semana y cuya ubicación la Generalitat de Valencia sigue manteniendo en secreto.

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