"Ah, ¿tenía padres?": el desprecio de las autoridades a las familias de migrantes muertos en España
eldiario.es
Mamadou viajó de
Almería a Melilla para obtener respuestas. Cuando le comunicaron el
fallecimiento de su sobrino, del mismo nombre, aprovechó los escasos
días libres que le permite su trabajo en el campo andaluz para
intentar contestar a las preguntas que los padres del menor le hacían
por teléfono desde Guinea Conakry: "¿Cómo ha muerto
Mamadou?", "¿qué tengo que hacer para identificar el
cuerpo y enterrarlo?", "¿puedo tener información a la
investigación de su fallecimiento?".
Tras pasar dos
días en la ciudad autónoma, acudió a diferentes instituciones,
preguntó y repreguntó, espero y se desesperó. Hoy atiende a
eldiario.es desde Almería, donde vive desde 2001. Ha regresado a
casa "sin respuestas".
"Me fui a
Melilla. Iba para hacer estas tres preguntas. Fui a tres
instituciones diferentes. Nadie me contestó", dice el hombre
guineano. "Estaba muy nervioso pero no pude pelear más, tenía
que regresar a Almería a trabajar". Las trabas con las que se
ha chocado Mamadou se repiten en otros muchos casos en los que las
familias de migrantes tratan de identificar los cuerpos de sus
allegados muertos en España en circunstancias sin aclarar.
En el último mes,
ya son tres los casos documentados en los que los padres, madres o
hermanos se desplazan a España para pedir respuestas tras la muerte
de un ser querido en su proceso migratorio y no son atendidos por las
autoridades responsables como cualquier otro ciudadano.
Los familiares de
Mohamed Bouderbala, fallecido en la cárcel de Archidona (Málaga)
tras 18 horas de aislamiento; los padres de Soufiane, el último
menor muerto tutelado en Mélilla; y el tío de Mamadou son los
últimos de una larga lista.
El viaje "para nada" de Mamadou
El adolescente
guineano fallecido, llamado Mamadou como su tío, vivía en Melilla
tutelado por la ciudad autónoma. El joven sufrió "varias
paradas cardiorrespiratorias", según el Gobierno melillense.
Tras el primer infarto, fue ingresado en el Hospital Comarcal de la
ciudad donde permaneció hasta su fallecimiento a finales de
diciembre. La asociación Prodein denunció que su muerte "fue
consecuencia de una paliza" en el centro para menores
infractores donde vivía.
Su tío no ha
podido ver el cuerpo de su sobrino ni obtener una partida de
defunción a pesar de acudir a la sede de la institución responsable
de la tutela del menor y a otros tantos organismos. "Fuimos a la
Consejería de Bienestar Social. Nos echaron la bronca. Nos decían
que por qué estábamos allí, que no tenía la acreditación, que
por qué no habían venido antes, que ahora estaba muerto, etc",
decribe el activista José Palazón, quien acompañó a Mamadou a las
diferentes instituciones. "Nos dijeron que no había nadie para
recibirle pero, después de insistir mucho y amenazar con poner una
queja, pudimos hablar con el director general de la Consejería, pero
no le dio respuestas".
Mamadou se
trasladó entonces al juzgado de menores de Melilla y al centro donde
estaba acogido el menor. Fue recibido, pero no logró la información
que buscaba. "Mi sobrino vivía en un pueblo sin casi
electricidad ni agua, pero, al menos allí, si alguien se muere, la
familia puede saber qué pasó y enterrar su cuerpo", vomita con
rabia el tío del adolescente fallecido.
"No consiguió
ninguna información, ni ver el cadáver, ni ninguna comunicación
oficial. Si dejaron claro que, al tener Mamadou familia reconocida y
cercana, no pagarían ningún gasto de sepelio", ha indicado
Palazón.
Los ataques institucionales a los padres de Soufiane
Los padres de
Soufiane, el menor tutelado hallado muerto en la cama de su centro de
acogida en Melilla, llevan varios días en la ciudad tratando de
saber qué ha pasado con su hijo. Según explicó su abogada, fue
ella quien ha financiado el traslado de la pareja desde Marruecos
dado que su precaria situación, aquella que aspiraba a mitigar su
hijo con un soñado trabajo en Europa, les impedía costearlo.
El Gobierno de
Melilla, del que dependía la tutela de su hijo, no contactó con
ellos para informar de su muerte. La familia conoció la noticia a
través de José Palazón, director de la ONG Prodein. A
su llegada, se chocaron con las palabras de desprecio del responsable
de los menores que viven solos en la ciudad autónoma: " ¿O
sea, que este menor tiene padres y han aparecido ahora, o Palazón
sabía que existían y tenían contacto con ellos?", afirmó el
consejero de Bienestar Social a través de Twitter.
"No voy a
recibir a los padres del fallecido porque para que vengan a llevarse
un cadáver que hubieran venido antes a por su hijo", recalcó
en declaraciones a los medios locales. La familia, a través de su
abogada, se ha visto obligada a enviar una carta para "pedir
respeto por la memoria" de Soufiane. Tras la dolorosa muerte de
su hijo, la letrada tuvo que solicitar a las autoridades melillenses
que dejase de lanzar "presunciones o afirmaciones que parecen
indicar que la familia del menor pudo haberle abandonado".
La odisea de la familia del joven fallecido en Archidona
A más de 270
kilómetros del lugar donde las familias de Soufiane y Mamadou se
esforzaban en ver el cuerpo de los menores, el hermano de Mohamed
Bouderbala, muerto en la cárcel de Archidona (Málaga) se desplazaba
desesperado de institución en institución para confirmar con sus
ojos lo que no era capaz de creerse.
En cuanto
conocieron la noticia del fallecimiento de su hermano, viajó desde
Francia, el país donde reside, a Málaga. "Nada más llegar,
fueron al centro de Archidona y la Policía ni les recibió, ni les
dejó entrar. Les dijeron que el cuerpo estaba en el Instituto de
Medicina Legal, en la Ciudad de la Justicia de Málaga", explica
uno de sus abogados, Fran Antequera. "Entonces, fueron para
allá, pero no les dejaron entrar porque estaba cerrando",
añade. Era viernes: no podrían volver hasta el lunes.
Tras un largo y
doloroso fin de semana, la familia fue al Juzgado de Archidona para
que facilitase la vista del cuerpo. "Dijeron que no debería
haber problema pero, cuando fuimos al Instituto, nos denegaron de
nuevo la entrada: pedían una orden judicial", añade. Lo
hicieron y ya no pudieron verlo hasta el día siguiente. "Pasaron
cinco días desde que le comunicaron la muerte de Mohamed hasta que
se les permitió ver el cuerpo. Cinco días de ansiedad total",
apunta Antequera.
"No son
comunes tantas dificultades. Todo apunta a que las trabas se deben a
las muchas dudas que generan las circunstancias que han rodeado la
muerte de Mohamed", explica el abogado de la familia. "Si
la Policía ha declarado que el chico tenía tendencia a
autolesionarse, ¿cómo es posible que le dejen 18 horas en esa celda
de aislamiento?", se pregunta.
Son muchas las
preguntas que, casi cinco años después, siguen sin respuesta
también para los familiares de las 14 personas que fallecieron en el
espigón del Tarajal entre pelotas de goma y botes de humo de la
Guardia Civil. Desde Camerún, se han organizado con el apoyo de la
ONG Caminando Fronteras. Ellas tampoco fueron nunca contactadas por
ningún representante del Gobierno de España.
Cuando lograron la
financiación y los requisitos necesarios para viajar a Ceuta, el
Ministerio de Exteriores español les denegó el permiso de entrada.
Querían someterse a la prueba de ADN necesaria para confirmar que
alguno de los cuerpos enterrados sin nombre en la ciudad autónoma
corresponde a su hijo o hermano. Otros buscaban únicamente ver la
playa donde murieron, coger un poco de arena para un ritual con el
que intentar así completar su duelo.
Cinco años
después el Gobierno español se lo ha impedido.
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